jueves, junio 07, 2007

El Desconocido

Jorge: Y bueno, no se… necesito un tiempo… Estoy confundido… Etcétera.
Maria: ¿Pero porque me decís eso? ¿No decías que estaba todo bien?
Jorge: no sos vos, soy yo… salgo de una relación importante…. Etcétera.

En ese momento llega un desconocido.

Desconocido: Capo… ¿La estas dejando?
Jorge: ¿Qué? ¿Qué haces?
Desconocido: Hola linda, me llamo Darío… ¿vos?
Maria: Maria.
Dario: ¿Maria? Que coincidencia, igual que mi hermana Rocío. ¿Cuántos años tenes, Maria?
Jorge: andate flaco, estamos hablando.
Maria: (a Dario) ay, ¿Cuántos me das?
Dario: y… no se, 20…. 21
Maria: ay jajajaa…. Tengo 27
Dario: ¡que coincidencia! Yo tengo 28
Jorge: Maria, ¿me podes escuchar a mí?
Maria (a Dario): ¿Estudias o Trabajas?
Jorge: ey, ey… ¿hablas con él o conmigo?
Maria: no se… pasa que hay que ser educada y el muchacho es agradable y ya que vos….
Dario: claro, como vos la estabas dejando, yo me preguntaba porque no….
Jorge: Vos Callate!!! Que aca nadie te esta hablando.
Dario: de hecho ella me estaba hablando. (a Maria) Trabajo… ¿vos?
Maria: Yo estudio en la
Jorge: No le digas… no sabes quien es puede ser un loco, mirale la cara de loco.
Maria: a mi me parece lindo.
Jorge: El sera lindo. Pero yo te amo.
Dario: ¡Si la estabas dejando hijo de puta!
Maria: Eso. Si me estabas dejando, hijo de puta.
Jorge: Fue un momento de locura, disculpame… quiero que todo sea como antes.
Maria: es que necesito un tiempo, lo que paso entre yo y este muchacho es importante.
Jorge: ¿Qué muchacho?
Maria: este.
Dario: yo.
Jorge: si lo acabas de conocer.
Maria: Bueno, no se… no sos vos, soy yo.
Jorge: Casate conmigo.
Maria: ¿Qué?
Jorge: si, si… no fue siempre tu sueño.
Dario: Si queres casarte conmigo no hay problema eh.
Maria: Ay, ahora no se con quien quedarme.
Jorge: ¡Conmigo, conmigo!
Maria: Bueno… esta bien. Me quedo con vos.

Esa noche, Maria llamo a Dario, el desconocido. Cuando le pregunto como sabia que iba a funcionar Dario contesto: “porque somos todos iguales”

lunes, junio 04, 2007

El sueño del pibe

Un alfeñique de 44 kilos vigila la puerta del boliche, en chancletas y pantalón de jogin. La cola esta llena de Musculosos con remeras negras que dicen “seguridad” en blanco. Esperan en el frío. La situación se prolonga por unos diez minutos durante los cuales llegan más y más forzudos. El alfeñique hace acercar al primero.
_ Estas en zapatillas, papi. No se puede entrar en zapatillas.
_ El hombre hercúleo baja la cabeza, avergonzado: se sabe en falta.
_ No importa, la próxima vez veni en zapatos. Pasa _ dice el flacuchento, compasivo.
El segundo fortachón se acerca. Espera un momento que primero tienen que pasar las chicas, dice el flaquito.
Dos rubias vestidas con un vestido rojo se acercan. Caminan las dos cuadras que las separan del boliche lentamente y entran sin casi saludar.
Empieza a llover. Los patovicas (porque claro: son patovicas) siguen esperando. Desde el boliche apenas se escucha su canción favorita. Golpea al mocoso, de los Ramones.
Veni. Nuestro héroe hace acercar al segundo: No tenés camisa. ¿Por qué no tenés camisa?
Otra vez lo mismo. Y se repite la situación, hasta que entran todos. Y todos los patovicas se llevan la misma decepción cuando entran al boliche: no hay pesas, no hay nadie a quien humillar, no hay cráneos que aplastar.
Y el, el alfeñique de 44 kilos, se sube a una limusina, en donde lo esperan las rubias de rojo, y se aleja en ella y aprieta el botón que hace explotar el boliche en miles de pedazos.